Pierde ese tren esta vez, finjamos que nada nos puede hacer daño.

Cuánta vida se pierde fingiendo que todo está bien, que nada te afecta, que tú siempre estuviste por encima de todo eso. Creo que nunca volveré a tener algo así, y lo creo de verdad. Creo que nunca volveré a ser así de feliz. Y también creo que tú sí que podrás. Porque yo no quería enamorarme cuando me enamoré de ti, pero tú hacías todo fácil, y fue inevitable. Pero dudo que vuelva a conocer en mi vida a alguien como tú. Incluso con lo paciente que eras, yo te hacía perder la paciencia casi todos los días; pero tú seguías ahí. Y yo siempre he sido la reina de las dudas, de la incertidumbre, de la mala suerte y probablemente la persona con la cabeza más desordenada que conozco; pero con verte eso desaparecía. Eras la única certeza de mi vida y ahora que no estás, solo espero (de verdad) que sigas ayudando a la gente como me ayudaste a mí, y haciendo feliz con tus tonterías a todo el mundo. Que no sé por qué lo hago, pero no sé pasar un solo día sin pensar en ti, que sigues siendo lo primero en lo que pienso cuando me despierto y lo último de antes de dormir. Que me entran ganas de llamarte todos los días para decirte que yo sigo aquí, que te quiero y que siento no haber sido la mejor versión de mí todo el rato. Que siento haber llorado tanto, que siento no haber sido feliz algunos días y siento haberte hecho creer que era tu culpa. Pero es mejor no llamar, es mejor así. Es mejor que esto siga siendo solo mío y que tú no tengas que cargar con el peso de la ex-novia loca a tus espaldas. No quiero que me recuerdes como el desastre, quiero que me recuerdes como la chica de Madrid, Barcelona, París, la de los gofres de Bruselas, los patines en Ribadeo y el Vapiano en Ámsterdam. No te voy a pedir que vuelvas, ya no; pero ojalá volvieses. Yo sigo esperando a que piques, a que me llames, a que me eches de menos aunque sea un poquito. Porque sé que no me lo merezco, pero también sé que estábamos locos el uno por el otro... Y eso no se borra así como así.