lunes, 19 de noviembre de 2012

Las oportunidades hay que atraparlas deprisa, sin dudar.

Últimas páginas, epílogo. Se acerca ya el final del cuento. ¿Feliz? Quizás. Puede que ambos lleguen a ser felices algún día. ¿Juntos? Lo dudo. ¿Final típico? Para nada. Más bien uno de esos finales de los que nadie te habla, esos en los que el malo secuestra a la princesa y el príncipe no mueve un dedo para salvarla. ¿Y ella? Ella se cansa de esperar encerrada en la torre mientras él no aparece montado sobre su caballo blanco a matar al dragón. ¿Y él? Él la echará de menos. Muchísimo. Pero no se dará cuenta hasta que ya no haya vuelta atrás. ¿Después? Después se arrepentirá de todo, y deseará tenerla entre sus sábanas cada noche, y deseará verla dormir y despertarla con un beso. Y querrá ser él el que recoja su zapato a medianoche, aunque se le haya caído por borracha y no por princesa. Y tendrá celos de cualquiera que intente sustituir su papel en el cuento, porque se dará cuenta de que quiere comer perdices si eso significa estar juntos. Y entonces la buscará, la buscará por todos lados hasta encontrarla. Y cuando por fin la encuentre, ella estará feliz; feliz junto a otro, uno que supo aprovecharla y no la dejo, ni dejará escapar.