Para quien sólo llora lejos huir es un primer paso. Para quien sólo llora solo huir es innecesario.

Estoy harta. Harta de ser una decepción continua y de que me lo dejen muy claro. Harta de que me digan que debería volver con él, que nunca encontraré a alguien así, que me centre de una vez y deje de hacer el idiota. Harta de que esos que lo dicen sean mis padres. Harta de nunca encontrar apoyo, de que no entiendan que cuando el que tenías se va, no necesitas que te recuerden que lo haces todo mal. Que a veces hace falta alguien que te recuerde que hay vida más allá de esto, de él, de los domingos. Que yo le sigo queriendo, pero él a mí no. No me parece tan difícil de entender. Que querer irse y no poder te consume a veces. Que yo también querría que volviese, y también a mí me cuesta asumir que no lo va a hacer. Así que gracias por nada, supongo.

Las tres y cinco.

¿Sabes esa persona en la que piensas cuando vas con los cascos puestos y mirando por la ventana del autobús? Pues es esa.

Me voy de vacaciones y ya no vienes tú conmigo. No hay malabares para comer barato, ni besos al despertar, ni yo sonrío. Antes me creía más fuerte, más capaz de afrontar algo así; y me duele tanto ver que no lo soy que ni los aviones curan ya. ¿Sabes? Te pareces demasiado a los sueños que tenía de pequeña. Ojalá pudiera decírtelo algún día. Te echo muchísimo de menos.