sábado, 19 de noviembre de 2011

Y un beso robado, improvisado, de repente; sin cita previa.

Puede que a día de hoy no sea la chica más romántica que existe, pero yo también tengo un “chico de mis sueños”. 
A lo mejor no me dice todo el rato que me quiere, ni me monta escenitas de película, ni se arrodilla al pedirme que esté con él toda la vida; igual simplemente sea sencillo, uno más, del montón; y tal vez solo quiero que me de un anillo de juguete y que cuando vayamos juntos a la playa me coja, me tire arena, me salpique, me bese; y me haga recordar que por muchos años que pasen, sigo siendo una cría.
Que esté pendiente de mí, pero que me deje libertad, y tiempo para cuidar a mis amigos. Que comprenda cuales son mis ambiciones y mis prioridades, y que me apoye en esas decisiones descabelladas que pueda llegar a tomar.  Que no le importe que esté loca.
Que no me regale rosas rojas por San Valentín, si no una margarita de forma improvisada cuando me lleve a un parque por verano. Que no me compre bombones de chocolate en una cajita roja con forma de corazón, si no que me lleve al McDonald’s y me invite a un Mcflurry de oreo y caramelo, y si además me siento bien esa semana, ¡que sea extra de caramelo!
Moreno de ojos marrones. Un chico capaz de hacerme olvidar mis complejos. Alguien que estando con él, sea yo misma, sin nada que ocultar. Uno cualquiera, pero que esté hecho expresamente para mí, sin terceras personas, solo él y yo.


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