viernes, 2 de diciembre de 2011

Él es como mi droga , dependo de él y si no le tengo me ahoga.

Hace ya bastante tiempo que le perdí. Y cada segundo que pasa, me doy cuenta de que ya no es el mismo; de que ya no somos los mismos. No me sonríe y a veces tengo la sensación de que ni me mira, que solo me habla porque no quiere hacerme daño. Que solo seguimos juntos porque no nos apetece llorar. Pero engañarnos es peor, muchísimo peor que aceptar que ya no tenemos nada; porque en un momento todo saltará y cuanto más alto subamos, peor será la caída. ¿Recuerdas a principio de curso, cuando nos dijimos que iba a ser para siempre? Nos equivocamos. Nada es para siempre. Ni los trabajos, ni el maquillaje, ni el botox, ni los músculos, ni el llanto, ni la risa y ni siquiera el amor es para siempre. No existen finales felices, solo historias sin acabar. El amor se agota; y a partir de ahí, empieza la rutina; y es ella la que lo jode todo.


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