martes, 21 de febrero de 2012

Debo ser muy kamikaze, y aún espero que vuelvas

¿Le has visto, verdad? Has visto sus fotos. Seguro que con la que llevaba encima no se acordó de ti en todo la noche. Y tú, cuando bebes, tienes que joderte y pensar en él. ¿Estás harta, no?  Cansada de saberte de memoria de quien es su último comentario, con quien sale en su última foto, que canción tiene puesta en su último tablón. De quedarte mirando a la nada esperando a que aparezca, aunque sabes de sobra que es imposible que ande hoy por ahí. Seguramente estará en su sofá con su mítica resaca de los domingos trasladada a un martes, y sin querer saber nada del mundo. Ni de ti. Según tu teoría, mañana ya le toca volver… Estás ansiosa, ¿a que sí? No te muerdas las uñas, tienes que estar guapa para cuando le veas. Venga, ponte los tacones más altos, los que más daño te hacen. Y depílate, que en los dos minutos que te va a dedicar tienes que causarle buena impresión. ¿Suena imbécil, verdad? Al leerlo escrito te das cuenta de que todo roza lo patético, pero y qué, nadie va a remediar que estés loca. Y mucho menos que le quieras con locura. Y por supuesto, le dedicarás una sonrisa de esas falsas, porque no puede saber que sufres por él. Tiene que pensar que eres feliz, incluso debería preguntarse por qué. Pero asúmelo, él es más feliz que tú, y ni siquiera le has hecho falta para serlo. ¿Y tú? Sin él no puedes ser tú. Lo usaste como un clavo, para sacar a otro: ¿Y ahora a este quién lo saca?


No hay comentarios:

Publicar un comentario