lunes, 23 de septiembre de 2013
Recuerda que hubo alguien que te quiso tal y como eras, que te acompañó a casa o a donde quisieras, que no podía dormir sin que durmieras.
El amor no es algo que dependa de la ciudad en que te encuentras. La distancia separa físicamente, pero los sentimientos siguen ahí.
La distancia no es el olvido, el olvido está en cada uno de nosotros; y de
nosotros depende decidir cuánto estamos dispuestos a dar, cuánto queremos poner
de nuestra parte. El último “adiós” sale de nuestra boca, no viene ya escrito.
Los “para siempre” y los “esto se acaba aquí” son cosa nuestra. Somos los que
escribimos el final de la historia, los que ponemos el punto y aparte, los que
decidimos cuánto queremos sufrir y aguantar; y de nosotros depende que
funcione. El amor nunca se acaba, somos nosotros los que lo matamos.
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