¿Te acuerdas de esa sensación de timidez, ese nudo en el
estómago que se formaba cada vez que te iba a ver? Cómo me mirabas al acercarte
y sonreías, y yo notaba las mejillas cada vez más rojas, y el corazón aceleraba
con cada paso. Los abrazos cuando hacía frío, las promesas sin sentido, los
planes, los días de felicidad irremediable e incoherente y las sonrisas
imborrables, incansables. Eso. Todo eso que tuvimos. Eso que yo ya no recuerdo.
Dicen que el amor es darle a una persona el poder para destruirte y confiar en
que no lo haga. Y lo más curioso es que a veces, aunque nos llevemos mil
hostias no abrimos los ojos; y seguimos tropezando con la misma piedra,
estrellándonos contra el mismo cristal, ahogándonos en la misma orilla de siempre
mientras nos destruyen. Y vemos la destrucción como algo dulce y la suya en
especial como algo incomparable. Y lo peor de todo es cuando todo el mundo se
da cuenta de lo que pasa e intenta salvarte, y tú no lo ves y no puedes salir
de ahí. Mientes, dices que se acabó, que ya nunca volverás a verle igual; todo
por no preocupar a la gente, porque no te tomen por una tonta que no es capaz
de pensar y ver la realidad. Pero sinceramente, no son más que eso; mentiras. “Toca
abrir los ojos” te dices a ti misma, pero el corazón puede a la razón, y a él
le gusta sufrir. "Si te enamoras pierdes", cuánta razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario